Mi marido by Rumena Bužarovska

Mi marido by Rumena Bužarovska

autor:Rumena Bužarovska [Bužarovska, Rumena]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Humor, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2014-01-01T00:00:00+00:00


UN HOMBRE DE RUTINA

No se sabe si mi marido seguirá siendo embajador durante mucho tiempo, porque por mi culpa quizá lo retiren de su función, o tal vez él mismo se vea obligado a dimitir. De eso, claro, no hablamos. Al volver a casa, se va al jardín, se acomoda en una tumbona, toma vodka con hielo y fuma un habano. Mi Manol también toma vodka, pero siempre puro, sin hielo. Miento. A veces le echa hielo, sorprendiéndose a sí mismo: «Para variar un poco», dice. Lo de variar se extiende a toda su filosofía de vida. Le encantan los cambios. Por ejemplo, cada dos o tres semanas altera el orden de los cuadros en su casa o la distribución de los muebles. No son cambios significativos, como los que emprendía mi madre cuando cada dos años renovaba completamente el piso, una actitud que, según el psiquiatra, nacía de la necesidad de escapar de sí misma para reencontrarse en otra cosa. En el caso de Manol no se trata de transformaciones tan radicales. Los cambios que introduce son pequeños y simpáticos, pero sus hábitos suelen permanecer estables. A mí, en cualquier caso, me gustaría llegar a ser un hábito para él, un factor constante en su vida, como lo fue aquella joven furcia llamada Maya. No sé cuántos años tendría la muy zorra cuando se lo ligó, pero estaba como una cabra. Por suerte, encontró a un hombre más rico y más famoso y dejó en paz a mi Manol. Si no, no sé lo que habría sido de él. Tal vez se habría quedado con ella. Afortunadamente, allí estaba yo en ese momento. Sí, me gustaría convertirme en un hábito estable para él y que me tuviera para siempre, aunque no puedo estar segura de que no se le ocurrirá hacer otro cambio en su vida de repente, de la misma forma que cambia la disposición del mobiliario. Pongamos por caso que yo me vea obligada a salir de aquí con mi marido, el embajador, para seguirlo a su próximo destino. Un día de estos hablaré con él para ver si es posible resolver de alguna forma eso que los demás denominan un escándalo, porque yo quiero quedarme aquí, donde está Manol, donde conocí a Manol. Porque, si me voy, Manol seguramente hará cambios más frecuentes. No se puede decir que no sea guapo, ni que las mujeres no se le peguen. Y también a él le gustan las mujeres, sobre todo cuando está borracho, y, no nos engañemos, suele estarlo. No hay quien lo saque de aquel maldito bar, al que dejó de ir con tanta frecuencia solo gracias a mí. O, quién sabe, a lo mejor cambió de sitio, decidió que quería beber en otra parte. Eso, por ejemplo, nunca le ocurriría a mi marido. Lo sé, hay cierta ironía en el hecho de que mi marido y yo viajemos todo el tiempo a causa de su oficio y que al mismo tiempo él sea reacio a los cambios.



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